Orixás Cósmicos

Nahe-Iim-Tiempo es el Orixá femenino del tiempo y su campo preferencial de actuación es el religioso, en el cual actúa como ordenadora de caos religioso.

El “Tiempo” es la llave del misterio de la Fe regido por nuestra amada madre Nahe-Iim-Tempo, porque es en la eternidad del tiempo y en la infinitud de Dios que todas las evoluciones acontecen.

La Orixá Nahe-Iim-Tempo recibe también el nombre de Logunan. Entonces Logunan, forma un polo magnético vibratorio y energético opuesto al del Orixá Oxalá y ambos rigen la línea de la Fe, la primera de las Siete Líneas de Umbanda, que son las siete irradiaciones de nuestro Creador. Luego, el campo de actuación de nuestra amada madre Logunan es el campo de la fe, donde fluye la religiosidad de los seres, todos en continua evolución.

Muchos de los que conocen sobre la religión, funden el tiempo con Iansá, y otros las describen como una sola divinidad, surgiendo Logunan, señora del tiempo, de los rayos y de las tempestades.

Pero esto no es correcto. En cuanto nuestra amada madre Logunan actúa en la religiosidad de los seres, nuestra amada madre Iansá actúa en la ordenación, aplicando la Ley en un campo más amplio, pues envuelve todos los sentidos que direccional los seres en evolución, conduciendo a algunos para el sentido de la Fe y a otros para la Justicia o a otros para la Generación, etc.

Esto es Logunan, amados hijos de los Orixás! Madre religiosa por su excelencia divina, pero madre rigurosa por su naturaleza cósmica, cuyo principal atributo junto a los espíritus humanos es agotar el lobo sanguinario que se oculta por bajo la piel de cordero.

En cuanto Oxalá es irradiante, Logunan es absorbente, y en cuanto los hijos de Oxalá son extrovertidos, los de Logunan son introspectivos y hasta un tanto tímidos, pues la naturaleza fuerte de su madre divina exige de ellos una cierta “beatitud”, ya que, de las madres divinas, ella es la más celosa por sus hijos amados y la más rigurosa con sus hijos.

Divino Oxumaré, rodéanos con tus luces renovadoras para que en ella podamos encontrar el alivio a cualquier aflicción que tengamos. Ayúdanos a comprender las situaciones emocionales que muchas veces tocan las puertas de nuestro corazón, para de ellas sacar la sabiduría que el amor posee…

Oxumaré, el padre de la renovación continúa. Lo encontramos en los campos de la Fe como elemento renovador de la religiosidad de los seres. Oxumaré está en la línea de la Concepción como renovador del amor en la vida de los seres. Oxumaré está en la línea del Conocimiento como renovador de los conceptos, teorías y fundamentos. Oxumaré está en la línea de la Justicia como renovador de los razonamientos. Oxumaré está en la línea de la Ley como renovador de las ordenaciones que suceden a todo momento. Oxumaré está en la línea de la Evolución como la renovación de las doctrinas religiosas, que perfeccionan el saber y aceleran la evolución de los seres. Oxumaré está en la línea de la Generación como la renovación de la vida, o la propia reencarnación, que sucede cuando un espíritu intercambia de piel, tal como lo hacen las serpientes.

En la naturaleza lo encontramos a la orilla de las cascadas.

Mismo cuando vemos un arcoíris, podemos ofrendarlo en la naturaleza (bosque, ríos, lagos, cascadas, mar) dirigiéndonos a ese Arcoíris y llamando a Papá Oxumaré para que bendiga nuestra ofrenda.

Sus colores son los tornasolados y también el azul.

Con sus ondas irradiantes, este Orixá también posee la capacidad de diluir los desequilibrios emocionales que atormentan nuestra mente, llevando a la persona a puntos inimaginables de desesperación.

Cuando el pecho aprieta y pesa, por alguna situación que vivimos o estemos sintiendo, y deseemos renovar nuestros sentimientos, nuestro amor por algo o por alguien, curvémonos delante de aquella luz tornasolada, y en ella depositemos nuestras lágrimas para que Papá Oxumaré las renueve, proveyéndonos de fortaleza emocional para las decisiones que vayamos a tomar.

Arroboboi! (Traduc.: Señor de las Aguas Supremas)

Amada Madre Obá, que la verdad sea concentrada en nuestro entorno y nuestros hechos, para que podamos quitar de raíz toda mentira, toda suposición que perjudique a nuestros semejantes y a nosotros mismos.

Nuestra Mamá Obá actúa como concentradora del raciocinio de los seres y actúa sobre la vida de todos los que dan mal uso al don del raciocinio y a los conocimientos que adquirieron. Ella es la cualidad divina que agota la mente y los sentimientos de los seres cuya razón se desvirtuó.

Todos los seres que están dando un mal uso al conocimiento, están irradiando un tipo de pensamiento, y este pensamiento desequilibrador lo absorbe mamá Obá. Ella está vigilando y actuando siempre sobre la persona que por dar mal uso a sus conocimientos este perjudicando a las personas y bloqueando sus evoluciones, pues las está induciendo, por conceptos errados que las llevan a una dirección contraria a la que la Ley Mayor les reservó.

En la naturaleza la encontramos en los bosques con flores y a la orilla de los bosques.

Su color es el magenta o el bordo.

Cuando buscamos la verdad dentro de nuestro corazón o queremos acabar con una mentira que este perjudicando a alguien o a nosotros mismos, clamemos por las energías de nuestra Mamá Obá, que de brazos abiertos vendrá para llevar todo pensamiento negativo, y traer la calma de la Verdad a nuestro corazón y mente.

Akiro Oba Yé! (Traduc.: Yo saludo a tu conocimiento, Señora de la Tierra)

Abrázanos con tu fuego purificador Madre Oroiná, y quema toda ilusión, toda pasión desequilibrada y todo fanatismo que nos perjudique o perjudique a nuestros semejantes. Potencia nuestras cualidades llevándonos a la evolución interior, alimentando con tu fuego la llama interior que nos conduce a un sentimiento universal.

Mamá Oroiná es el fuego Divino de la purificación de las ilusiones humanas. Es el fuego consumidor de las pasiones humanas.

La Orixá Oroiná, como irradiadora de la llama cósmica y purificadora de la Justicia, actúa sobre los seres movidos por pasiones avasalladoras y los encandece hasta que comiencen a consumirse por sí mismos (esto sería cuando sus malas acciones reaccionan en ellos, perjudicándolos). En los desequilibrios mentales, Mamá Oroiná retira toda la energía ígnea del cuerpo energético del Ser y él se “enfría” de inmediato, llevándolo a disminuir el fuego interna, la llama interior que nos provee de ese “ánimo” en nuestro día a día.

Su color es el naranja.

Su elemento es el fuego

En la naturaleza la encontramos en las pedreras, canteras, pedregales. También podemos tenerla presente en las fogatas.

Cuando deseemos descargarnos de los malestares emocionales y hasta de los desequilibrios mentales o psicológicos, podemos acudir a Mamá Oroiná para que nos envuelva en su fuego consumidor de impurezas. Basta con encender una vela de color naranja y pedir su presencia que con fe ella estará actuando a través de ese elemento ígneo que utilizamos.

Kalí yé! (Traduc.: Salve la Señora Negra, mi Madre)

Señora de los Vientos, direcciona nuestros sentimientos y pensamientos hacia el camino de la luz, promoviendo el orden en nuestras vidas y la de nuestros semejantes.

Nuestra amada Madre Iansá es la dueña del direccionamiento. Ella solo entra en nuestras vidas como direccionadora de la Ley, esto se da en caso de que la dirección que le estemos dando a nuestra evolución no siga la línea correcta trazada por la Ley Mayor de Dios.

Iansá es la Ley actuando en el sentido de direccionar a los seres que se desequilibran. Es la novedad que renueva la Ley en la mente y en el corazón humano, es la búsqueda de mejores condiciones de vida para los seres

En la naturaleza la encontramos en las Pedreras y en las plantaciones de Bambúes.

Su color es el amarillo.

Su elemento es el aire.

Cuando nos encontramos sin saber qué hacer, que rumbo tomar, debemos acudir a mamá Iansá y pedirle ese direccionamiento en nuestra vida, principalmente en situaciones difíciles de ser resueltas, en las relaciones sentimentales, y en todo lo que sea necesario para nuestro encaminamiento correcto.

Eparrei Iansá! (Traduc.: Salve el rayo Iansá)

Madre Naná, trae madurez a nuestra vida para comprender nuestro destino, para aceptar las reacciones que nuestras acciones producen, para amar las diferencias y para que en todo ese entendimiento podamos encontrar alimento para la sabiduría que todos portamos y que día a día, con el tiempo, se forma…

La Orixá Naná rige sobre la madurez y actúa en la razón de los seres. Por ejemplo si una persona se encuentra emocionada de manera desequilibrada, recibe la actuación de esta Orixá, que lo aquieta llevándolo al punto de paralizar su evolución. Ella actúa desencantándolos de sus vicios y desequilibrios mentales y preparándolos para una nueva vida, más equilibrada.

Naná así como todos los Orixás, se encuentra envuelta con la Vida, donde en el inicio la tenemos a Oxum, estimulando la sexualidad femenina, en el medio Yemanjá, estimulando la maternidad y en el final está Naná, paralizando la sexualidad para la generación de hijos, cuando se instala la menopausia.

Naná entierra los vicios, y apacigua los excesos.

Ella es bi-elemental, contando como elemento el agua y la tierra.

Su color es el lila.

En la naturaleza la encontramos en los ríos caudalosos, lagos y lagunas.

Cuando buscamos paralizar algún pensamiento, y en esa calma encontrar una solución, acudamos a mamá Naná, que en su gracia divina, nos dará la madurez para tomar las decisiones correctas dentro de la Ley Mayor.

Saluba Naná! (Traduc.: Salve la Madre de las aguas pantanales)

Omulu es el Orixá que rige la muerte, o en el instante del pasaje del plano material para el plano espiritual.

Él, en la línea de la generación, la séptima en la línea de Umbanda, forma un par energético, magnético y vibratorio con nuestra amada Madre Iemanjá, donde ella genera la vida y el paraliza los seres que atentan contra los principios que dan sustentación a las manifestaciones de la vida.

En Omulu, se descubre el amor por Dios pues es por puro amor divino que una divinidad se consagra por entero al amparo de los espíritus caídos. Y fue por amor a nosotros que él asumió la incumbencia de paralizarnos en sus dominios siempre que comencemos a atentar contra los principios de la vida.

E cuanto nuestra madre Iemanjá estimula nuestra generación, nuestro padre Omulu nos paraliza siempre que desvirtuamos los actos generadores. Pero esta “generación” no so se restringe solo a la hereditareidad, ya que tenemos muchas facultades además de estas, de fundo sexual. Al final, generamos ideas, proyectos, empresas, conocimientos, inventos, leyes, preceptos, principios, templos, etc.

Tenemos la capacidad de generar muchas cosas, y si ellas estuvieran en cuerdo con los principios sustentados por la irradiación divina que en la Umbanda recibe el nombre de  “línea de la Generación” o “séptima línea de la Umbanda”, entonces estamos sobre la irradiación de la divina madre Iemanjá, que nos estimula.

La línea de la Generación es regida en su polo positivo, irradiante y multicolorido por nuestra Madre de la Vida, la Orixá Iemanjá, y en su polo negativo, absorbente y monocromático (pues es de un azul tan concentrado que muchos lo ven como negro, el color material de nuestro amado padre) por Omulu, Señor de la Muerte.

Esta línea tiene en Iemanjá el principio de la vida para la carne (nacimiento) y tiene en Omulu el fin de la vida en la carne (desencarne). Pero tiene en ellos dos elementos o energías que se complementan: ella es el agua y él es tierra; ella es agua cristalina (fe) y el la tierra mineral (Amor).

Pero, si en nuestras “generaciones” nosotros atentáramos contra los principios de la vida codificados con los únicos responsables por la multiplicación de la vida, entonces ya estaremos sobre la irradiación del divino padre Omulu, que nos paralizará y comenzará a actuar en nuestras vidas, pues desea preservarnos y defendernos de nosotros mismos, pues siempre que una acción nuestra perjudicase a alguien, antes esa acción nos ya nos atingió, hirió y nos oscureció, colocándonos en uno de sus sombríos dominios.

Omulu solo fue humanizado en sus dos polos, o en sus dos extremos. Y, si en su polo negativo y oscuro él es punidor, en su polo positivo él es el Orixá curador por excelencia divina, pues cura las “almas” heridas… por sí propias.

Omulu en su polo positivo, es el curador divino y tanto cura nuestra alma herida cuanto nuestro cuerpo doliente.

“Humanizarse” significa que el Orixá o divinidad asume facciones humanas, comprensibles para nosotros y de más fácil asimilación e interpretación.

El Orixá Omulu actúa en todos los seres humanos, independientemente de cual sea su religión. Pero esta actuación general y planetaria se procesa por medio de una faja vibratoria específica y exclusiva, pues por ella fluyen las irradiaciones divinas de uno de los misterios de Dios, que denominamos de “Misterio de la Muerte”.

Omulu en cuanto a fuerza cósmica y misterio divino, es la energía que se condensa en torno al hilo de plata que une el espíritu con su cuerpo físico, y lo disuelve en el momento del desencarne o pasaje de un plano para el otro. En este caso, él no se presenta como el espectro de la muerte que corta el hilo de la vida. Esta descripción es apenas una forma simbólica o estilizada de describir la fuerza divina que siega la vida en la carne.

En la verdad, la energía que rompe el hilo de la vida en la carne es de color oscura y tanto puede partirlo en un pizcar de ojos, cuando la muerte es natural o fulminante, como puede ir condensándose en torno de él, envolviendo lo todo hasta alcanzar el periespíritu, que ya entró en desarmonía vibratoria porque la pasaje debe ser lenta, induciendo al ser a aceptar su desencarne de forma pasiva.

Este misterio regido por Tatá Omulu es uno de los recursos de Dios y actúa en un momento de mucha dificultad para los seres, pues no es fácil, para alguien no preparado, este viaje rumbo al desconocido mundo de los espíritus o de los muertos.

El Orixá Omulu actúa en todas las religiones, en algunas él es denominado “Ángel de la Muerte” en otras de divinidad o “Señor de los Muertos”.

En el antiguo Egipto, él fue muy venerado y estudiado, y de allí partieron sacerdotes que lo divulgaron en muchas culturas de entonces. Pero, con el adviento del Cristianismo, su culto fue desestimulado, pues la religión cristiana recurre a los términos “Ángeles” y “arcángeles” para designar las divinidades. Luego, nada más lógico de que recurrir al arquetipo tan temido del “Ángel de la Muerte”, todo cubierto de negro y portando un alfanje de la muerte para intentar llenar el hueco surgido con el ostracismo del Orixá o divinidad responsable por este momento tan delicado en la vida de los seres.